Enorme conjunto de velas reunidas en un cementerio en día de muertos

5 Leyendas del Día de Muertos Mexicanas para contar el 1 y 2 de Noviembre

Por Max Acero Monterrey | 23 Octubre 2023

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Las leyendas del Día de Muertos son una parte inherente de esta importante celebración dentro de la cultura mexicana. Son relatos que, sin importar lo terroríficos que puedan llegar a ser, siempre nos dejarán reflexionando sobre diversas cuestiones relativas a lo misterioso y lo extraordinario de la muerte y lo que pueda suceder después de la misma.

En esta ocasión preparamos cinco leyendas escalofriantes que son perfectas para contar en Día de Muertos en reuniones familiares o con amigos, convivios o durante el tiempo libre en la escuela u oficina. ¡Continúa leyendo y descúbrelas todas! Por supuesto, nuestra recomendación es que mantengas la luz encendida.

La casa de la tía Toña - Ciudad de México

Una de las tantas historias o leyendas del día de muertos que han pasado de generación en generación en la Ciudad de méxico es la de la casa de la tía Toña, una enorme mansión que se encuentra ubicada, de acuerdo con el mismo relato, en lo más profundo de la tercera sección del bosque de Chapultepec, muy cerca del Panteón Civil de Dolores.

Se cuenta que la dueña de esta casa de gran tamaño era una mujer llamada Antonia, una persona muy adinerada que, sin embargo, no tenía familia o alguien con quién compartir su extensa riqueza. La penosa situación llevó a esta mujer a realizar un acto muy noble: darle asilo a los niños desamparados que sobrevivían en medio del oscuro bosque.

Aunque las intenciones de la tía Toña (como le decían los muchachos en aquella época) eran buenas, algo muy extraño -no se sabe exactamente qué o cuál fue el motivo- sucedió en el rincón más profundo y oscuro de la psique de la mujer. Como resultado, de un momento a otro, su actitud bondadosa se tornó sombría y escalofriante.

El cambio de actitud de la mujer fue radical. Y el momento más tétrico y espeluznante de esta transformación llegó un día en el que, debido a las travesuras comunes de los pequeños, enloqueció de ira y comenzó a perseguir a los infantes por toda la propiedad. Una vez que consiguió atraparlos acabó con la vida de cada uno de ellos.

Algunos de los cadáveres los sepultó en la casa, a otros los arrojó al río y otros más terminaron en las barrancas cercanas. Al final, la señora se quitó la vida, pero su espíritu jamás se fue, pues se dice que aún deambula por la mansión. Se cuenta que todavía hoy el espectro de la Tía Toña, enojado y vengativo, se encuentra pendiente de los curiosos que osan entrar a su hogar con el objetivo de atacarlos.

Casa abandonada con signos de deterioro en medio de una zona boscosa

Nachito en el panteón de Belén - Jalisco

El panteón de Belén, en la Ciudad de Guadalajara, es un sitio del que han surgido diversas leyendas del día de muertos en Jalisco. A mediados y finales del siglo XIX este camposanto fue uno de los más importantes del estado, además de que dio origen a numerosas y aterradoras historias que supuestamente acontecieron en su interior.

Una de ellas es la de Nachito, un niño que padecía nictofobia, un miedo irracional y enfermizo a la oscuridad. Por esa razón todas las noches, antes de acostarlo, sus padres o el ama de llaves debían asegurarse de dejar velas encendidas alrededor de su cuna, para evitar que el pequeño sintiera pánico y, de esta manera, pudiera dormir tranquilo.

Sin embargo, en una ocasión, debido a un descuido, no se sabe si de los padres del infante o de alguna persona encargada de arropar a Nachito, las velas de la cuna no fueron encendidas. La consecuencia fue muy evidente: el niño, presa de un miedo inimaginable, murió durante esa noche.

Los padres de Nachito, desconsolados, lo mandaron a sepultar en el panteón de Belén. Pocos días después de ello algunos sucesos extraños comenzaron a suceder: los veladores de este cementerio aseguraban que por las noches se oía el llanto de un bebé, el cual provenía de la tumba de Ignacio Torres Altamirano, el niño con miedo a la penumbra.

Influenciados por estos rumores, los padres optaron por construir un ataúd de concreto, el cual quedaría expuesto a la intemperie y sería custodiado por cuatro antorchas encendidas que velarían el eterno descanso del pequeño. Desde aquel momento, el espíritu del menor no ha vuelto a llorar por las noches, ya que se encuentra protegido por la luz.

Cementerio lleno de lápidas desgastadas y cubiertas por vegetación

La tumba de la Llorona - Guanajuato

Esta es una de las leyendas del Día de Muertos más conocidas de Guanajuato, puesto que habla del único monumento dedicado a La Llorona, un ente que ha sido parte de la cultura mexicana durante siglos. El relato se desarrolla durante 1850 en la antigua hacienda de Los Siete Reales, que hoy se encuentra sobre el trayecto que va de Dolores Hidalgo hasta San Luis La Paz.

A mediados del siglo XIX, cuentan que en aquella región La Llorona solía perturbar la tranquilidad de la noche con sus gritos y lamentos. Esto sumía a los habitantes de la zona en el terror, llevándolos a evitar salir de sus casas desde que llegaba el atardecer y orillando a los trabajadores del campo a terminar sus labores con premura o dejarlas inconclusas para marcharse temprano.

El miedo entre los pobladores fue tan intenso que el hacendado de Los Siete Reales se vio obligado a convocar a un sacerdote para bendecir el lugar. Este clérigo aconsejó la construcción de un monumento que pudiera mantener a raya el alma en pena, ya que las bendiciones por sí solas no serían suficientes para contenerla.

Fue así que los lugareños unieron esfuerzos y cooperaron para erigir un pequeño memorial que apodaron "El Calvarito". Esto, sin embargo, parecía no ser suficiente, puesto que el ánima aún seguía rondando por la zona. No fue sino hasta 1913 cuando La Llorona dejó de causar terror en la zona, después de que unos misioneros bendijeron el monumento.

Actualmente esta pequeña construcción de mampostería luce desgastada por el paso del tiempo, pero continúa siendo el gran referente de una de leyendas del Día de Muertos en Guanajuato que más se cuentan en ese lugar. Si algunas vez pasas al lado de este vetusto recuerdo de piedra percibirás una vibra extraña y escalofriante como muy pocas.

Catacumba subterránea con diversos cráneos y huesos humanos

La X’Tabay - Yucatán

Esta es una de las leyendas del Día de Muertos en Yucatán más populares. La palabra X’Tabay proviene de la lengua maya y hace referencia a una mujer mitológica a la que se le han atribuido distintos papeles a lo largo de las épocas: primero como diosa de los ahorcados y después como un ente atormentador de hombres.

El relato maya de la X’Tabay es bastante conocido en la zona sur del país y gira en torno a dos hermanas de incomparable belleza, Utz-colel y Xkeban. La segunda de estas mujeres era conocida, pero más probablemente difamada, por ser una persona entregada a las pasiones, por lo que fue considerada por su pueblo como pecadora.

Un día las jóvenes murieron de forma repentina y por una razón desconocida, lo cual sorprendió a todos. No obstante, lo más extraño sucedió después de sepultarlas, cuando descubrieron que de la tumba de Utz-colel emanaba un aroma encantador, cosa que no sucedía en el sepulcro de Xkeban.

La gente comentaba que esto era producto de la vida lujuriosa que Xkeban había llevado durante su vida. Lo que nunca se imaginaron es que dichas acusaciones, además de la terrible forma del rechazo y hasta odio que el pueblo sentía hacia esta joven, serían las causantes de su retorno desde el más allá.

El espíritu Xkeban regresó, convertida en la X’Tabay, buscando venganza contra los hombres ebrios y lujuriosos que disfrutaban de deambular a altas horas de la noche, a muchos de los cuales sedujo con su incomparable belleza. Ninguno de ellos volvió a ser visto y se cuenta que fueron devorados o llevados hasta el Xibalbá, el inframundo maya.

La X’Tabay forma parte de los cuentos y leyendas del Día de Muertos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, la aparición de la joven aún causa temor entre los habitantes del estado, pues se dice que ronda por la selva, los pueblos y algunas zonas arqueológicas como en Uxmal y Kabah, esperando a que un hombre infortunado se cruce en su camino, para convertirse así, en una más de sus presas desdichadas.

Mujer fantasmal portando un vestido blanco

El hospital de Morelia - Michoacán

El hospital de Morelia forma parte de las construcciones más viejas aún en pie de la capital michoacana. Fue inaugurado el 16 de julio del año 1901 y, por ende, entre sus muros y pasillos, han quedado grabadas muchas historias que hasta el día de hoy todavía resuenan a través del tiempo.

Una de las tantas leyendas del Día Muertos que se cuentan de este lugar se desarrolla en los quirófanos, en donde diversos guardias de seguridad de este sitio han afirmado que, al caer la noche, se puede observar a un hombre que atraviesa las paredes mientras desprende alaridos desgarradores.

Pero la historia no concluye aquí: en la sala de cuidados intensivos de este hospital, varios cuidadores han dado testimonio de la presencia de una mujer vestida de blanco, sumida en llanto, de quien además cuentan que merodea por los pabellones y va dejando manchas de sangre que, de manera misteriosa, desaparecen por completo al día siguiente.

Personal de estas instalaciones afirma que la mujer antes mencionada es el espíritu de una persona que, en vida, fue sometida dentro de este hospital a un trasplante de riñón, un procedimiento que, sin embargo, no tuvo éxito. Esto empeoró sus problemas de salud y la llevó a tomar la decisión de arrojarse por una ventana del octavo piso. Desde entonces ha caminado por los pasillos de la edificación sin poder encontrar paz y descanso.

Pasillo de un hospital abandonado con decoración de épocas pasadas

Leyendas del Día de Muertos como las que te hemos presentado en este artículo son idóneas para contarlas en alguna reunión este 1 y 2 de noviembre, pero más allá de ello, nos dejan mucho en qué pensar, como cuestiones acerca del resentimiento, la pena, el dolor y hasta el amor, y cómo se relacionan estos últimos con la muerte.

No obstante, también nos pueden hacer reflexionar que los lazos familiares y la memoria de quienes se nos adelantaron en el camino pueden perdurar a través de generaciones.

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